Cierta vez el Señor Jesús narró la historia de un hombre que antes de partir de viaje repartió talentos a tres de sus siervos para que éstos los administrasen. Dio a cada uno según su capacidad: a uno encargó diez talentos, a otro cinco y a otro uno. Cada talento equivalía a una gran cantidad de monedas, por tanto este hombre puso una gran responsabilidad en cada uno de los tres siervos.
Cuando el hombre regresó pidió a sus siervos cuenta de los talentos. Aquel que recibió diez talentos había invertido y ganado diez talentos más, recibiendo así la aprobación de su señor. De igual modo el que recibió cinco talento ganó cinco talentos tras invertirlos y fue alagado también por señor. Pero, el siervo que recibió un talento había enterrado este talento y se limitó a devolverlo, sin ninguna ganancia, a su señor. ¿Cuál fue la razón? El TEMOR.
24 »Después llegó el que había recibido sólo mil monedas. "Señor —explicó—, yo sabía que tú eres un hombre duro, que cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.
25 Así que tuve miedo, y fui y escondí tu dinero en la tierra. Mira, aquí tienes lo que es tuyo."
26 Pero su señor le contestó: "¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido?
27 Debieras haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses.
Hubo un hombre, Josué, a quien Dios le encargó la tarea de guiar al pueblo de Israel a conquistar la tierra de Canaán. La tarea no era nada fácil. Es por eso que Él mismo se da el tiempo de animarle.
Ahora, tengamos cuidado. Dios le mandó estas cosas a Josué, porque ya le había prometido que siempre estaría de su lado. Su SEGURIDAD no estaría en sus fuerzas o habilidades, sino EN EL SEÑOR.
¿Como estamos administrando las riquezas que Dios nos ha dado? Él nos ha dado dones, habilidades, conocimientos, bienes, etc. para administrarlos en los diferentes escenarios de nuestra vida: el hogar, centro de estudios, el trabajo, la iglesia. ¿Estamos invirtiéndolos adecuadamente? Si es así recibiremos la aprobación de nuestro Padre al igual que los siervos diligentes de la historia que Jesús contó. ¿Es esta tu experiencia? De no ser así, acércate a Dios y confiesa tus faltas y fracasos, confía en Él y deja que su Espíritu te dé el valor y nuevas fuerzas a través de su Palabra, la Biblia.
Isaías 40:29-31
29 El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Un abrazo a todos.
Rubén.
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