En algún momento cada uno de nosotros hemos tenido un conocido, amistad o familiar que pasaba alguna crisis. Es natural que queramos ayudar a esta persona en esta situación. Y esto no es nada malo, todo lo contrario. Si estamos ligados a nuestros amigos por el lazo del amor fraternal, buscaremos ayudarlos.
En la familia de Dios también es frecuente que a veces nos desanimemos. Es nuestro deber es animar a aquellos. Y la manera de hacerlo no es con consejos humanos solamente, o tal vez con nuestra experiencia de la vida. Sino con la Palabra de Dios.
¿Quieres dar un consejo acertado? No uses del sentido común, o la sabiduría humana o tu experiencia. Llena tu vida de la Palabra de Dios y habla según lo que ella dice. La Biblia, a través del Espíritu Santo, hará su obra de consolar, convencer y cambiar a la persona. No será nuestro consejo quien haga el cambio, sino Dios a través de su Palabra de poder.
7 La enseñanza del Señor es perfecta, porque da nueva vida. El mandato del Señor es fiel, porque hace sabio al hombre sencillo.
8 Los preceptos del Señor son justos, porque traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es puro y llena los ojos de luz.
Por último, la mejor manera de influir positivamente a esa persona en crisis y todas nuestras amistades y familiares es guardando nuestra vida agradable ante los ojos de Dios. Si tu vida es recta a los ojos de Dios, serás un ejemplo a seguir para los que te rodean y esas personas se acercarán al Señor. Serás así luz del mundo y sal de la tierra.
Proverbios 16:7 Cuando al Señor le agrada la conducta de un hombre, hasta a sus enemigos los pone en paz con él.
Rubén.
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